DEPRESIÓN: LA COZ DEL EGO, UN TUTEO CON LA MUERTE

“No era na lo del ojo y lo llevaba en la mano”. Dicen que estar loco es una mierda, pero saberse loco es aún peor. Una vez que te echan del paraíso no hay nada que te pueda devolver a él. Los locos son muertos en vida, almas perdidas atrapadas en una cárcel de carne y hueso.
Si un trastorno humano merece ser calificado de antropológico, aquel es la depresión. La depresión podría definirse como un “hundimiento vital”. Es quizá, la única enfermedad en la que se desea morir; el depresivo se tutea con la muerte, la desea como forma de poner fin a su sufrimiento.
La depresión ha tenido a lo largo del tiempo, tres principales nombres, melancolía, acedia y depresión, que significaban una misma realidad: el abatimiento, la postración, el hundimiento, el descenso a la oscuridad vital y a la muerte. La gente habla de depresión todo el tiempo. La diferencia entre la depresión y la tristeza es que la tristeza es sólo una consecuencia de la casualidad: lo que sea que haya sucedido o no para ti, o la pena, o lo que sea que sea. La depresión es tu cuerpo diciendo «joder, no quiero ser más este personaje, no quiero sostener este avatar que has creado en el mundo».

La depresión hace que la persona que la padece se sienta inútil, indefensa y desprendida de la vida. También puede afectar la autoestima y las relaciones con los demás.
Las personas con depresión tienen dificultades para separar sus pensamientos de la realidad; a menudo, pueden ser víctimas del pensamiento en blanco y negro. Esto significa que ven todo como bueno o malo, y no pueden ver ninguna zona gris. Sin embargo, si te desprendes de tu ego y simplemente ves toda la vida como una experiencia, puede ayudarte a moverte a través de tu viaje por la Tierra de una manera más fluida.

Una sociedad individualista se transforma en una sociedad depresiva, para después, modificar a una sociedad (droga) adicta. La sociedad occidental, al intentar ser “competitiva individual”, se “hunde” en la depresión (a mayor individualismo, mayor epidemia depresiva). Si la sociedad padece el “hundimiento depresivo”, necesita levantarse, utiliza “euforizantes” que le devuelvan las ganas de vivir. Esto explica el progresivo aumento y consumo de drogas estimulantes (cafeína, nicotina, alcohol, cocaína, etc.) o de adiciones psicológicas (tragaperras, compra compulsiva, bulimias, riesgo y velocidad, etc.). Las personas más fuertes son los más difíciles de recomponer cuando se rompen.