El alcohol es como el amor —dijo—. El primer beso es mágico, el segundo íntimo, el tercero pura rutina. En un tabanco (bar) de la plaza Rivero, en Jerez de la Frontera, un hombre hablaba solo, así mismo, mientas se dirigía a mí.
Físicamente era un hombre de esos que tanto pululan por las tabernas y bares, arrastrando una edad en la que la sangre corre despacio, los placeres son de un tipo gris y sombrío, y la alegría ha perdido, hace ya mucho rato, su espontaneidad.
Mi padre me decía: “Perpetuamente es un error meter baza con un borracho. Aunque te conozca y le caigas bien, es posible que se ponga flamenco y te salte un par de dientes. Aun borracho, siempre es más saludable darle la razón”. Los padres están para no hacerles caso y, menos aún, seguirles sus consejos. Lo digo como mal padre que soy, y peor hijo.
Resultó ser un abogado capillita de reconocido prestigio, remojado en cubatas. Era de esas personas que nunca quieren nada con pasión excepto, quizá, la mujer de otro y vivir como cofrade la Semana Santa jerezana. Me contó las cosas que no hay que hacer en la Semana Santa de Jerez de la Frontera.
“No salir después de las tres de la tarde. Hay que abstenerse de salir después de las tres de la tarde, ya que fue la hora en que murió Cristo y su enojo causaría la precipitación del cielo en forma de lluvia”.
“No escuchar música y menos si se trata de rock. La Semana Santa es un espacio para el silencio, la reflexión y solo para escuchar a Dios”.
“El Viernes Santo no se puede barrer porque se llena la casa de hormigas”.
“No vestirse de rojo porque sería identificarse con el diablo. Se debe vestir de negro, caminar despacio y no gritar para no faltarle el respeto a Dios”.
“No se pueden utilizar clavos porque Jesús fue crucificado de pies y manos con ellos”.
“No se debe cazar porque el daño se te puede devolver. No cortar nada, porque se estaría cortando el cuerpo de Cristo”.
“No comer ningún tipo de carne roja ni los Miércoles de Ceniza ni el Viernes Santo”.
“No bañarse en un río o en el mar, puedes transformarte en un pez”.
“No hay que tener relaciones sexuales. Se dice que quienes tienen relaciones sexuales durante estas fechas, se quedan pegados hasta la Pascua”.
El letrado borrachito de la plaza Rivero, pontifica o concluye que no tomar a pie juntillas lo que me ha dicho, significa no respetar a Jesús, y por no guardar luto por su muerte podría tener yo un merecido castigo divino.
Desde que le he escuchado, ando perdido como corcho en remolino tratando de averiguar qué diantres suceden en la Semana Santa oculta, en Jerez de la Frontera. Creo que un día de estos, me iré por el desagüe de alguna cantarilla y nadie me echará de menos.