La simbología masónica ha llegado a ser interpretada por la antropología social del arte y la semiótica (interés por los signos), como un metalenguaje -también escrito y oral-, con códigos similares al simbolismo egipcio, paleocristiano o alquimista, creando verdaderos sociolectos (dialecto de un grupo).

El esoterismo y la masonería en países como Italia o España, debemos tener en cuenta que las metáforas simbólicas que proyectan tendrán, ante todo, que encontrarse encriptadas en un discurso altamente cristiano, que permita la subversión y la dualidad estética, pero que al mismo tiempo mantenga una coherencia.

En España, país de tradición católica, el encriptamiento y hermetismos de los códigos simbólicos es importante, no percibiéndose de manera tan clara los elementos masónicos como sucede en otras partes.
La “Décima puerta” o el “Décimo peldaño”, en Arcos de la Frontera conduce al hombre hacia el misterio (En la provincia de Cádiz son diez y doce respectivamente, conformando el sendero del conocimiento esotérico gaditano).
Sorprende descubrir que la iglesia de San Pedro en Arcos de la Frontera, pueda ser considerada como un templo esotérico en sí misma. Muchos de sus retablos responden a una serie de parámetros estéticos del esoterismo y de la masonería, son empleados de tal modo para que el iniciado perciba determinadas soluciones propias de la “Orden”, pero de la misma manera, para aquel fiel católico ajeno al sistema masónico, estos parámetros simbólicos se lean meramente según las claves establecidas por la retórica propia del culto cristiano.

Al “dado” escondido, secretamente detrás del Corazón de Jesús, en la Capilla de la Soledad (iglesia de San Pedro—Arcos de la Frontera), llegué de la mano de Jim Porter, inglés a quien los avatares del azar han embarrancado, afortunadamente, su nave existencial entre las peñas de esta localidad gaditana, mientras cumple destino y suerte.

El “dado” de la iglesia de San Pedro, antes que “desaparezca” o le den “cambiazo”, es en este templo una metáfora de la vida. Significa que debemos dejar que la suerte se manifieste en nuestra existencia de forma espontánea, sin intentar forzar las circunstancias, pues hay ciertos aspectos propios en cuya evolución no podemos intervenir.
Está indicándonos este “dado”, que no tratemos de ir contra la corriente, ni buscar ninguna clase de beneficio; es mejor esperar a que nos lleguen las cosas de modo natural. La “providencia” será siempre la que nos escudriñe respuestas por sí misma.
A la par nos enseña este cubo, que de la misma manera que los jugadores no pueden predecir el resultado de una tirada de dados, tampoco podemos vaticinar el futuro, o nuestro destino en la vida, la cual se desarrolla en un universo aparentemente caprichoso.

En lo más sencillo se encuentra el misterio más grande. En las gradas de la maravillosa iglesia de San Pedro en Arcos de la Frontera, algo ocurre en nosotros mientras las subimos; es tan sutil y silencioso que llega a ser apenas perceptible.
Cuando ascendemos los escalones en San Pedro, elevamos no sólo el pie sino todo nuestro ser. También subimos espiritualmente. Y si lo hacemos con cuidado, en este caso presentimos un crecer hacia aquello “Superior” donde todo se mantiene grande y perfecto.
Un misterio se nos revela allí. Uno de aquellos acontecimientos que proceden de lo profundo de la naturaleza humana, incomprensible, que no se puede descifrar con el entendimiento y sin embargo lo comprende todo aquél que no está embotado.
Inmediatamente después de las gradas nos encontramos con la puerta que da entrada al templo.

La puerta se encuentra entre el exterior y el interior, entre lo mundano y lo sacro, entre lo que pertenece a todo el mundo y lo que pertenece al “Espíritu sagrado”. Cuando uno atraviesa la puerta, ésta nos dice: “deja afuera pensamientos, deseos, preocupaciones, curiosidad, vanidad, porque no les corresponde entrar. Deja afuera todo lo que no es sagrado. Purifícate, penetras en un lugar santo”.
¡No deberíamos pasar precipitadamente por la puerta! Obliguémonos atravesarla con cuidado y abrir nuestro corazón para percibir lo que ella nos dice. Incluso detenernos previamente un poco, para que nuestro pasaje llegue a ser un paso de purificación y recogimiento.
Cuando atravesamos la puerta de la iglesia de San Pedro en Arcos de la Frontera, levantamos instintivamente cabeza y ojos, nuestra mirada se eleva y se extiende en el espacio; el pecho se abre, el alma se agranda. El recinto de la iglesia es una imagen de la eternidad infinita, del «cielo». Sentimos los elevados pilares, las amplias paredes, la bóveda arriba.
Ella te dice: libérate de todo lo que es limitado e inquieto, desecha lo que rebaja. ¡Extiende el pecho, levanta la vista!

La espiritualidad es un aspecto básico de la condición humana que puede no desaparecer, en la actualidad las religiones organizadas son cada vez más irrelevantes para la espiritualidad moderna.
La espiritualidad en la iglesia gaditana de San Pedro, es la prueba personal de la hipótesis de que hay un poder superior que dio origen a toda la creación; que el poder superior está dentro de nosotros y que el poder superior puede conocerse. El laboratorio es nuestro cuerpo humano.

En el interior del templo, nos sentamos en el grupo de bancos del lado izquierdo (mirando al altar), en el quinto banco. Haciéndolo siempre lo más a la derecha que se pueda, procurando que no quede nadie a nuestra derecha, solo el pasillo. Con la cabeza recta al frente, ojos cerrados, piernas juntas y en ángulo recto, brazos a ambos lados y las manos vueltas cóncavas hacia arriba (previamente a sentarnos, habremos hecho tres veces la señal de la cruz, con los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha juntos en paralelo -no con las yemas reunidas- tocando primero hombro derecho, luego hombro izquierdo, luego el entrecejo y luego el chakra cardíaco) y cuando sintamos que éstas pesen como si estuvieran llenas de “algo”, llevar ese algo al centro del pecho y volverlas a bajar.

Podemos hacer la siguiente visualización mental: “imaginaremos primero que por el suelo del lugar brota agua de mar, que va ascendiendo por nuestras piernas mientras que desde arriba y por dentro de nuestra cabeza baja plata en polvo, brillante y densa. Se juntan en el centro del pecho, transformándose en un conglomerado de estrellas blancas y azules que se derraman a los brazos colmando la mezcla nuestras manos.
Luego, visualizamos subir por nuestras piernas agua de plata mientras desde la cabeza desciende ingente polvo de oro finísimo, que se reúnen en el pecho y repiten el proceso.
En tercer lugar, visualizamos ascender por nuestras piernas oro  líquido y descender por nuestra cabeza polvo de diamantes, y se repite el proceso. En total, debe ocuparnos no más de diez minutos. Repetimos la señal de la cruz y terminamos.

(Momia sacra)

(Momia sacra)