El reto es muy tenaz: proponer la existencia de pirámides procedentes de una civilización desconocida en pleno sur de Europa, es un desafío tan recio a la ortodoxia que requiere del máximo esfuerzo y rigor, porque nadie va a aceptar fácilmente tal propuesta.
Existe sobre el terreno argumento con que “el antiguo pueblo que construyó estas pirámides conocían los secretos de la frecuencia y la energía, usaron estos recursos naturales para desarrollar tecnologías y emprender construcciones a una escala que no hemos visto antes sobre la Tierra.”
Esto no implica que las colinas fuesen verdaderas pirámides, pero tal vez podría indicar que ciertas energías cósmicas y/o telúricas pueden concentrarse y canalizarse a través de las formas piramidales. Lamentablemente, a ojos ortodoxos, este tipo de estudios todavía reside en el campo de la pseudociencia (y a veces mezclado inadecuadamente con la New Age y movimientos similares) y no ha avanzado lo suficiente como para poder traspasar la frontera piramidológica.
Hay demasiados vacíos y conjeturas para tantas y tan altas expectativas. Por lo tanto, todo apunta –con una probabilidad cercana al 100 %– a que hay un pasado por estudiar en el Cerro del Tambor, y los otros cerros, pero no necesariamente creamos en la visión de una civilización desaparecida (No descartamos nada).
Somos bastante prudentes en conclusiones y nos remitimos a la necesidad de poner en marcha estudios posteriores. Eso sí, bien decimos que antes de despotricar contra esta hipótesis de trabajo de las pirámides en el Parque Natural del Estrecho, se debe conceder como mínimo el beneficio de la duda. Mantengamos la mente abierta y sin ningún prejuicio, a fin de examinar las pruebas de una forma –digamos– «neutral”.
Pensamos que hay que evitar de ante mano el fraude hacia un público no informado con algo que no tiene cabida en el mundo de la ciencia genuina. Sería un desperdicio de recursos escasos que están muchos mejor empleados en la protección del auténtico patrimonio arqueológico de la zona, y no distraer la atención de los acuciantes problemas que afectan diariamente a la arqueología y a la antropología. Hay que preferir en este tema de trabajo, eludir la confrontación o el puro maniqueísmo y encaminarse hacia un debate sereno y constructivo.
Perfectamente se puede opinar que tal formación es totalmente explicable en términos geológicos, y de hecho existen otras montañas de formas similares, pero la gran irregularidad piramidal del Cerro del Tambor y los otros, no deja de ser muy llamativa. Por el contrario, apremia aquí a reexaminar las crónicas, a todos los estudiosos, entendiendo los engaños a los que se nos ha sometido sobre la historia, obliga también a revisar y comprender el presente… Y a vislumbrar un futuro diferente del que quieren hacer aquellos muy apresurados a protestar y dispararse con antelación diciendo por ejemplo que las pirámides del Estrecho, son un montaje de vaya a saber usted quien.
Lo más curioso de este sitio en la provincia de Cádiz, es el ser en sí mismo inquietante, tiene alteraciones energéticas, y en pleno levante, con vientos muy fuertes, se puede apreciar, suspendida, una nube sobre el cerro que no se mueve para nada, también extrañas luces que se interconectan, Si lo anterior fuera poco, hay curiosos objetos volantes perfectamente observables a la luz del día que se pueden fotografiar con la cámara del móvil.
Desde luego que la curiosidad está servida en el Parque Natural del Estrecho, aunque las respuestas que tenemos son muy pocas.
Coordenadas:
P1-.
36° 3’32.01″N
5°31’14.17″W
P2-
36° 3’0.86″N
5°30’39.06″W
P3-.
36° 6’14.00″N
5°38’42.70″W