El mundo se ha llenado de “virtuosos” afanosos por castigar en manada. Nunca a solas, nunca a título individual. Se ha llenado de policías y sacerdotes vocacionales, cada uno con su lista particular de “delitos” y “pecados”. Puritanos, intransigentes, fanáticos, inquisidores, represores, punitivos, arbitrarios. Enemigos de la libertad. Siempre los ha habido. Lo grave es que sean ahora multitud.
Bajo la sombrilla de lo llamado marginal, prohibido, se abarca varios temas, de quienes no están a gusto con la versión oficial de la historia que les ha tocado sobrevivir. Nadie que habite en Jerez puede dejar de oír cómo lo abren a él las bisagras de la música.
Posee un aire al barcelonista Andrés Iniesta y su cofradía txumínica lo quiere. Habría hecho buenas migas con el poeta Machado al ser un “hombre bueno”.
“Muelle” es un anarquista de trinchera, por sus poros rezuma notas musicales. Copula con la guitarra y le repatea las injusticias sociales.
Reír para él es algo maravilloso, lo primero que busca cada día. Entiende que además, ayuda a no tomarte en serio y sirve como canal de comunicación con la guitarra formidable.
Para “Muelle Txuminos”, tienes que hacer algo, podemos hacer algo: complicidad del activismo social, del sentir y del pensar la música. Sus amigos que le aman dicen: «El Muelle se merece una calle y barra libre en todos los garitos de Xerez».